Blanqueamiento dental (Mitos y realidades)

Clínica González Macías

¿Quién no ha soñado alguna vez con lucir una sonrisa al más puro estilo Hollywood? Mejorar nuestra estética dental es algo que, en mayor o menor medida, siempre tenemos presente y es positivo, pero… ¿hasta qué punto? Intentamos explicarte en este artículo todo lo relacionado con el blanqueamiento. Lo bueno, y lo no tan bueno. Los mitos y realidades.

Si hacemos un poco de historia y nos remontamos a sus orígenes, esta técnica comenzó a popularizarse en EEUU, sobre todo a partir de la década de los 90, cuando se consiguió aplicar el primer procedimiento realmente eficaz y duradero. Desde entonces, evidentemente, ha ido evolucionando y perfeccionándose poco a poco; ha pasado de ser un tratamiento poco extendido, a convertirse hoy en día en casi una moda a la que todos queremos aspirar.

“Vale,  eso está muy bien pero…¿es realmente seguro?”

Absolutamente. A lo largo de todos estos años, se ha conseguido optimizar su aplicación, hasta el punto de hacerlo cada vez más efectivo y menos perjudicial de cara al paciente. Poca gente realmente conoce que el blanqueamiento no actúa directamente sobre el esmalte, sino que lo hace a través del interior del diente, reduciendo así cualquier posible daño o riesgo.

“Perfecto, lo que no comprendo es ¿por qué se oscurecen los dientes?”

Muchas son las causas que, desgraciadamente, hacen que nuestros dientes puedan ir perdiendo el color que lucíamos en nuestra etapa infantil. El excesivo consumo de café, té, vino, algunos medicamentos,  o cualquier producto alimenticio que contenga excesivos colorantes; el tabaco; la clorhexidina que contienen algunos colutorios; el envejecimiento… Incluso muchas veces, a pesar de cumplir los anteriores requisitos, nuestro esmalte no es tan blanco como debería; y es que su color viene determinado genéticamente, al igual que el color de la piel o de los ojos, por lo que el factor hereditario, también es importante tenerlo en cuenta.

“¿En qué consiste entonces el tratamiento?”

Ciertamente, existen muchas técnicas a la hora de aplicar un blanqueamiento. Personalmente, en González Macías, optamos por un método combinado; es decir, una primera sesión en clínica, durante la cual se le aplica al paciente un gel blanqueante que se activa por luz fría mediante lámparas de fotoactivación, y una posterior sesión ya en casa, en la que el paciente continúa con el tratamiento a través de unas férulas personalizadas durante un corto periodo temporal. De esta manera se consigue reforzar y mejorar el color del diente, consiguiendo una mayor efectividad con el menor perjuicio posible. Es una técnica en la que ya tenemos dilatada experiencia, y con la cual hemos conseguido óptimos resultados. Obviamente, depende del color base del que parte el paciente cuando se inicia el blanqueamiento, pero siempre se consigue una tonalidad más clara.

“¡Genial!, ahora lo tengo todo mucho más claro, ¿hay algo más que deba tener en cuenta?”

Efectivamente, es fundamental que a la hora de hacerse un blanqueamiento, el paciente preste especial atención a algunos factores:

  • Es imprescindible ponerse en manos de un profesional para efectuarse esta práctica; hoy en día es muy común encontrar ofertas a bajo coste, que ni siquiera requieran de la supervisión del dentista. Esto es un error, ya que el odontólogo debe valorar en todo caso al paciente, para aplicar el blanqueamiento de la mejor manera posible, adaptándolo a sus características, informándole del proceso, resolviendo sus dudas, y estudiando su evolución.

 

  • Huir del blanco-radioactivo. Actualmente es muy común ver en televisión o cine a los presentadores  y actores luciendo una tonalidad de color blanco-resplandeciente. Ese color, es consecuencia del “maquillaje” dental al que se expone, y el brillo se debe en gran medida al efecto de los focos que les apuntan. No obstante, se trata de un blanco que resulta poco natural; la imperfección de la perfección queda muy patente en este caso. Cada vez son más frecuentes los casos de blancorexia, de la que ya hemos hablado en alguna ocasión; la obsesión por conseguir el blanco más puro (e irreal) en los dientes. En cualquier caso, debemos huir de ello.

 

  • Debido a la ascendente moda de los blanqueamientos, en el mercado prolifera la venta de productos “mágicos” que garantizan conseguir una sonrisa más blanca de una manera sencilla y sin acudir al dentista. Es el caso de los dentífricos blanqueadores; todos ellos contienen componentes (peróxidos, dióxido de titanio) que pueden dañar el esmalte, ya que lo que realmente lo que hacen es disminuir manchas superficiales, a través de su desgaste.

 

En definitiva, y a modo de conclusiones, el blanqueamiento dental es una práctica que aconsejamos absolutamente, siempre y cuando se realice siguiendo las pautas del profesional, y huyendo de ciertos productos comerciales que no garantizan su éxito. La correcta aplicación de este tratamiento, conseguirá optimizar nuestra sonrisa, sin poner en riesgo nuestros dientes.

Share on FacebookTweet about this on Twitter