Periodoncia

La enfermedad periodontal, en cualquiera de sus tipos clínicos, se caracteriza por una alteración del color, forma, consistencia y adaptación de los tejidos periodontales al cuello del diente. Si la inflamación se localiza en las encías, hablaremos de gingivitis, pero si progresa se produce una destrucción del tejido óseo y del ligamento periodontal, lo cual denominamos periodontitis. Realmente, la gingivitis y la periodontitis son distintos estadios de una misma enfermedad.

» Gingivitis: Inflamación de la encía, caracterizada por una hiperplasia, edema, enrojecimiento y hemorragia de la encía, pero no existe presencia de bolsas periodontales. La gingivitis puede mantenerse durante mucho años sin dar lugar a la periodontitis, es reversible  tratándose mediante una buena higiene oral y la eliminación de la placa y cálculo dental por parte del dentista.

» Periodontitis: esta afección, junto con la caries, es una de la enfermedades más extendidas. Entre los síntomas más destacables se encuentran la inflamación, formación de bolsas y la pérdida ósea (pérdida de inserción), aumentando la movilidad del diente.

La periodontitis se desarrolla normalmente a partir de una gingivitis, sobre todo si es mantenida durante demasiado tiempo, sin embargo, no todas las gingivitis darán lugar a una periodontitis. La cantidad y virulencia de las bacterias patógenas y los factores de resistencia del huésped, es decir, el estado inmunológico del paciente, son decisivos en la actividad inflamatoria y el progreso de la enfermedad.

El tratamiento periodontal más frecuente es el raspaje/curetaje y alisado radicular, que consiste en eliminar de todas las superficies del diente, el tártaro que se mantiene en íntimo contacto con los tejidos periodontales y que provoca dichas alteraciones inflamatorias.